viernes, 27 de enero de 2012

Rauschbrunnen (1060m), estrenando raquetas...

Tras unas semanas de sequía, y viendo que últimamente tenemos que rascar mucho para sacar un día para la montaña, ayer al salir de clase decidimos darnos un paseo por la Nordkette, al menos para estrenar nuestras raquetas nuevas...


Ya nos gustaría estar estrenando unos esquís de montaña, pero cuando éstos cuestan 5 o 6 veces más que las raquetas, no es algo que podamos ni siquiera decidir jejeje.

En cuanto a la ruta, nada de misterio, subiríamos al Alpengasthof Rauschbrunnen (cerrado en invierno), por el cual ya hemos pasado en muchas ocasiones. Punto de paso casi obligado si se quiere subir a cualquier pico de esta cadena montañosa desde la zona donde vivimos...


Como no podía ser de otra forma después de las impresionantes nevadas que han caído últimamente, nos encontramos con un manto blanco que a tan solo 500 metros por encima de la ciudad supera el metro y medio de altura (en Innsbruck anda sobre el medio metro jajaja).


Existe una pista que sube hasta la hospedería/posada, pero normalmente cogemos un camino directo que salva la mitad del recorrido mucho más rápido. Aún así, mas o menos a mitad tenemos que coger el Serpentine Weg, un caminito, que sube zigzagueando hasta el Rauschbrunnen.


Trás la segunda o tercera curva, prácticamente desaparece la huella, así que aprovechamos para calzarnos las raquetas. Una mala sorpresa, pues las de Iván tienen un par de desperfectos...y eso que son nuevas. Sea como sea, consigue salir del paso y a la hora y media de haber salido, llegamos al Rauschbrunnen...


...y el día nos obsequia con unas vistas inmejorables sobre el valle del Inn.


Al sureste de Innsbruck, el Patscherkofel, al cual tenemos pensado subir dentro de poco...


Al oeste, el Roßkogel (el situado más a la derecha en la foto), el cual intentamos hace un par de semanas...


De frente tenemos el Nockspitze, y detrás el Serles...


Sobre nosotros, el Achselkopf, un pico muy humilde al que "descendimos" en su día jejeje....


Es un placer recordar estas ascensiones con un día tan claro y soleado. Nos sentamos en lo que queda de una valla de madera cubierta por la nieve y nos tomamos el sandwich y la manzana que preparamos rápidamente después de clase.


Después de eso, cuando ya empezamos a quedarnos frios (desde hace un par de meses, eso de subir por encima de los 0º no es muy normal jeje), nos cargamos las mochilas de nuevo e iniciamos el descenso, esta vez si, por la pista...


Esta zona aún nos tiene guardados rincones que vamos descubriendo poco a poco...


...en este por ejemplo, encontramos un curioso arco de rocas en el cauce de un pequeño arroyo...


...un rincón ideal para observar el valle, cada vez más cercano.


Las últimas luces del Sol, que ya se acerca a su ocaso...


A lo lejos el Patscherkofel, con toda una señora cresta detrás. Interesante...


Tras recorrer de nuevo el Serpentine Weg, y tras un par de curvas más, la pista gira encarando el macizo de Hechenberg...


...el cual, pese a su moderada altitud nos ofrece una imagen sobrecogedora. Impresionantes paredes las suyas...


...y finalmente volvemos a internarnos entre los árboles que cubren la última parte de la bajada. Con el Serles dominando la ciudad desde la lejanía...


...damos por finalizado este pequeño paseo. Un saludo y hasta pronto.

jueves, 19 de enero de 2012

Roßkogel (2646m), casi pero no...14/01/12

Para qué queremos raquetas de nieve, si podemos echar el alma por la boca braceando en nieve blanda. "Pero bueno, ¿y estas fotos? Pero si parece que íbamos dando un paseíto por la calle. ¡Venga ya! ¡Ahí no se ve la nieve por los muslos! jajaja..." Será que cuando andábamos maldiciendo y renegando no pensamos mucho en hacer fotos. Aún así, sabemos que volveremos una y otra vez...


Resumen de la ruta
Inicio y final: Sellrain (908m)
Cumbres:
Kögele (2195m)
Rifflkreuz (2215m)
Distancia: 19km
Desnivel de subida: 1500m
Desnivel de bajada: 1500m
Tiempo: 9h (paradas incluidas)


Tras una semana bastante estresante, tomamos este día como una auténtica liberación. Ya no duele el despertar, ya no molesta madrugar, ni tampoco nos quejamos por coger la bici antes de las seis de la mañana, aunque eso conlleve congelaciones de segundo grado en manos y cara jajaja. Tenemos un buen trecho hasta la estación, donde cogeremos el autobús de la línea 4166 en dirección a Sellrain. El conductor, extrañado, intenta comprender a donde queremos ir mientras chapurreamos un alemán de lo más básico, pero al final descubrimos en él un hombre realmente simpático.

Después de media hora de somnoliento viaje, el conductor se pasa la parada y nos deja justo en la esquina con la calle que tenemos que coger para subir a Sankt Quirin. Parece que nos había entendido bien, y no en vano, íbamos solos en el autobús. Le damos las gracias y salimos a los -17º de la noche.

Así va despertando Sellrain mientras subimos por la zigzagueante carretera, bajo la luz de la luna...


...y las suyas propias.


A lo lejos, Innsbruck se mantiene aletargada bajo un manto de nubes...


...y nosotros vamos quitándonos capas de ropa. Quién lo diría, "parece que ahora ya no hace tanto frío...". Vaya con la carretera...y con los excesos de la navidad jejeje. Sin mucha prisa alcanzamos St. Quirin, un pueblo encaramado a la montaña con unos límites un tanto difusos. Los chalets y las casitas (menudas mansiones...) se sitúan cada cierto tiempo a lo largo de toda la carretera, asi que no sabemos distinguir donde termina Sellrain y donde empieza St. Quirin.

Sea como sea, ya por arriba vemos unos carteles que nos indican el camino a seguir: el Sellraintaler Höhenwanderweg (o lo que es lo mismo, el camino alto del valle de Sellrain).


Siguiendo la señal, nos metemos entre los árboles, ascendiendo rápidamente y perdiendo a los pocos metros el sendero. La nieve no deja ver el camino y las huellas se van bifurcando sin sentido aparente. De todas formas, de subir va la cosa, asi que tiramos para arriba y llegamos a un claro...


...y a una pista. Menudo fresco hacía. Calentándonos las manos...


...encontramos un camino que abandona la pista y sube hacia arriba. Además, está bastante pisado. Continuamos ascendiendo entre los árboles, dejamos atrás un pequeño cobertizo en un claro de bosque y posteriormente pasamos al lado de una cruz de madera. En estos momentos ya no hay duda alguna, vamos bien encaminados: nos encontramos en la cresta, de la que no nos separaremos hasta el final de la ascensión.


Hacía abajo, nos vamos alejando del valle del Inn, con el Patscherkofel al fondo a la derecha...


Hincando los pies ya más de un palmo, nos vamos temiendo lo que pasará más arriba, de momento solo es incómodo...


...pero sabemos que después será agotador. Salimos del bosque y avanzamos por la amplia cresta...


...mientras que a nuestras espaldas, el valle se cubre de sombras.


Algo más arriba rodeamos un pequeño refugio, y un señor sale a nuestro encuentro. Él, bien simpático, nos pregunta que a donde vamos, y nosotros nuevamente tratamos de explicarnos en alemán. "¿Al Roßkogel? Muy dificil. Mucha nieve. Y menos sin Schneeschuhe (raquetas de nieve, para entendernos...). Pero quizás...". Le damos a entender que lo hemos comprendido y nos desea suerte con una sonrisa, así que continuamos con nuestro camino...


Esta zona debe de ser perfecta para el esquí de travesía, pues las únicas huellas que vemos son de eso.


A nuestra izquierda, el Kalkkögel destaca con sus acentuadas formas. No por nada se le llama a esta cadena las "Nordtiroler Dolomiten"...


Alternando zonas donde hincamos el pie y zonas donde hincamos media pierna, vamos comiéndole metros a la montaña...


...y divisamos una cruz en un alto de la cresta. Cometemos el error de confundirla con el pico Kögele (2195m)...


...para el cual aún nos queda un buen rato.


Desde ahí, podemos divisar a lo lejos el verdadero objetivo del día: el Roßkogel.


A nuestra izquierda, los Alpes de Stubai nos ofrecen un auténtico espectáculo, con algún que otro tresmil por el fondo...


...y detrás, el valle del Inn.


Nosotros, tan felices y pensando que queda un paseo, nos ponemos en marcha...


...siguiendo una valla que parece que recorre casi toda la cresta, al menos hasta donde alcanzamos a ver....


...y cada vez vamos viendo más lejos el final. Sobre todo en los tramos de nieve blanda, en los que avanzamos muy lentos. Aunque por aquí ya no hay huella, no hay posibilidad de pérdida, ya que se trata de seguir en todo momento la cresta. Llegamos a lo que parece un cruce de caminos, marcado con esta antigua señal...


...y donde el viento ha tallado estas formas sobre los arbustos...


...y ya tenemos claro que lo que pasamos antes no era el Kögele, pues lo tenemos delante.


Así que a seguir subiendo. La fatiga ya se iba notando, pero seguimos animados. Aún veíamos posibilidades de alcanzar el Roßkogel...


...llegando a la primera cima del día...


...tomamos un respiro para disfrutar de las vistas...


...miremos hacia donde miremos, nieve y más nieve...


...Stubai...


...el atractivo Roßkogel...


...el Kalkkögel...


...y la foto de cima. Kögele (2195m).


Aún queda, aún queda...


Sin parar demasiado, proseguimos, descendiendo antes unos 70 metros de desnivel por la cresta. Tras unos diez minutos, Iván se da cuenta de que se dejó un guante encima del buzón de cima, así que le toca volver mientras yo continúo a paso lento para darle tiempo. De esta forma llego en otro cuarto de hora a Rifflkreuz (2215m), que más que cima es una pequeña elevación en medio de la ladera.


Por varias cosas, yo en esos momentos ya empiezo a dudar de que podamos alcanzar la cima del Roßkogel. Aún parece muy lejos, según el plano nos quedan más de 400 metros de desnivel y se nos acaba el tiempo (tenemos que volver a Innsbruck en autobús). Por no hablar de la nieve, que cada vez está peor...


En esta pequeña cima me quito la mochila y decido esperar a Iván. Mientras hago una panorámica hacia el sur...


...y me relado al Sol. Que por mucho Sol que sea, calentar no calienta...


Cerca tengo esta señal, y por la altura que normalmente tienen, calculo que hay cerca de metro y medio de nieve por esa zona...


En estas, me doy cuenta de que cada vez me estoy quedando más frío, así que me pongo la mochila de nuevo y decido seguir lento, para que Iván pueda pillarme...


...pero aunque quisiera ir más rápido, la nieve de la primera pala que me encuentro no me deja. Casi impulsándome con los brazos, voy subiendo pierna tras pierna. Ya se sabe, das un paso y retrocedes medio...


Iván me pilla al poco rato y continuamos, mientras la cresta se va estrechando cada vez más...


...hasta que llegamos a unas formaciones rocosas que no vemos seguros como atravesar...


...unas marcas de pintura nos indican que por la derecha, pero el terreno y la nieve dicen lo contrario. Menuda caída hay...


Tras pensarlo detenidamente, Iván lo intenta sin exito por arriba, y finalmente decidimos darnos la vuelta. Además, la cima la vemos aún muy lejos, y según nuestros cálculos deberíamos estar en ella en una media hora para poder llegar al último autobús de vuelta a casa. Y así, a ojo...le echamos todavía otra horita para alcanzar la cumbre.

Ahí es cuando nos damos cuenta de lo que implica el estado de la nieve, pues lo que deberíamos haber realizado en unas tres horas y media, nos ha llevado casi seis, y tampoco paramos mucho...

Al menos, nos llevaremos de ahí arriba unas bonitas estampas grabadas en la mente. Y en la cámara también jeje. Los Alpes de Karwendel hacia el norte, cubiertos por las nubes...


...el valle...


Sin planearlo ni nada, nos encontramos un par de minutos después bajando en línea recta a toda velocidad sentados a modo de trineo...


...y en dos palas aprendemos a frenar, a acelerar y casi a girar jajaja. Como crios...eso si, en cinco minutos estamos de vuelta en Rifflkreuz.


Más largo será entonces volver hasta Sellrain...


...pero vamos haciendo recuento, y en realidad no ha sido tan malo el día. Dos cimas, una ruta larga y variada, con unas vistas panorámicas impresionantes mirásemos hacia donde mirásemos...


...y nieve para aburrir. Y un último toque gracioso con el culoesquí. En realidad, el día ha estado muy pero que muy bien jajaja. ¡Ya subiremos al Roßkogel en otra ocasión!


Y aquí os dejo unas pocas fotos más del descenso...





¡Un saludo!